Editorial de La Voz de los Trabajadores #19
La marcha unitaria del 1ero de Mayo en Santo Domingo es un paso positivo en el necesario proceso de reorganización de nuestra clase. Las reivindicaciones de la marcha en gran medida coinciden con las del reciente paro regional del Cibao: aumento general de salarios, rebaja de los precios de los combustibles y productos de primera necesidad, eliminación de las AFP y ARS, rechazo a la contrarreforma laboral que impulsan los empresarios y el gobierno para aumentar la jornada laboral y eliminar el pago de la cesantía y otras conquistas obreras.
Varias de las organizaciones convocantes han protagonizado luchas reivindicativas en el último período, como la ADP, Faprouasd, el Colegio Médico y la Unión de Trabajadores Cañeros. También es muy positivo que no formen parte de la convocatoria las centrales sindicales burocráticas y gobierneras: CNUS, CNTD y CASC. El proceso de refundación del movimiento sindical pasa hoy por la ruptura con estos aparatos patronales en los que nadie cree.
En los dos años de gobierno de Abinader, la clase trabajadora ha tenido que cargar con todo el peso de la crisis, con una caída del salario real ante la inflación, mientras se exonera cada año el pago de más de doscientos mil millones de pesos en impuestos a los capitalistas.
La mayor parte de la clase trabajadora sigue sobreviviendo en el sector informal o en empleos precarios. Los 2,2 millones de trabajadores con empleos formales tienen un salario promedio de RD$28,5 mil mensuales, muy por debajo del costo de la canasta familiar promedio de RD$40,9 mil. Esta es la cruda realidad, los aumentos salariales sectoriales del gobierno son inferiores al ritmo de la inflación.
Al cabo de una vida de superexplotación, lo que este régimen capitalista le depara a quienes trabajan, es el robo de sus cotizaciones a la seguridad social por parte de las AFP. El gobierno es tan brutal que le ha quitado sus pensiones a más de 400 trabajadores cañeros. Apoyamos la exigencia de pensiones ya para todos los cañeros.
Este panorama contrasta con los enormes salarios de los altos funcionarios y las grotescas tasas de ganancia de los capitalistas, quienes además exportan sus capitales a paraísos fiscales, siguiendo el ejemplo presidencial. ¡Y luego el gobierno dice que las exigencias salariales de la ADP son exageradas! Cinismo total.
El sector de la clase trabajadora de origen inmigrante es el más explotado. El gobierno profundiza esta injusticia al lanzar consignas neotrujillistas como la de “nacionalizar la mano de obra”, que significa más persecución, más extorsión, robos y asesinatos por parte de la DGM, la PN y los militares, más trabajadores deportados cuando llega la quincena y los patrones no quieren pagar los salarios. No es por esa vía que va a disminuir el desempleo.
La explotación y el abuso laboral llegan a niveles extremos como el de la trabajadora de una Ferretería de la Duarte, Franyelis Fulcar que, ante una paliza por parte de su patrono asiático se vio obligada a defenderse con un cuchillo, hiriéndolo mortalmente. Este caso no tiene relación con la nacionalidad de sus protagonistas: es consecuencia de la falta de derechos laborales y especialmente de libertad sindical. Si Franyelis hubiera contado con un sindicato que la defendiera, antes de que el abuso escalara a ese nivel, los trabajadores habrían empleado los recursos a su disposición, incluyendo la huelga, para meter en cintura al patrón explotador y violento.
El gobierno impide la formación de nuevos sindicatos y apoya a burocracias sindicales antiobreras, mientras mantiene en la impunidad los crímenes de los capitalistas, como la explosión de Polyplas y Propagas en 2018, o el caso del trabajador de Teleperformance, Luis Pimentel, fallecido cuando la empresa impidió que recibiera atención médica, en julio de 2021, obligando luego a sus compañeros de trabajo a seguir trabajando junto al cadáver.
La olla acumula presión y no se sabe por dónde puede venir el próximo estallido. En abril de 2018 vimos la gran huelga impulsada desde abajo por los trabajadores de distintas nacionalidades que construían la Planta de Punta Catalina, ante los impagos del consorcio Odebrecht-Tecnimont-Estrella. Como ocurrió en esa huelga, con un poderoso movimiento desde abajo, sin divisiones raciales o de nacionalidad, se puede construir una nueva central sindical democrática y combativa, totalmente independiente de los patrones y sus gobiernos.
Al recuperar el derecho a negociar colectivamente con los patrones, aumentando la tasa de sindicalización, se podrá también avanzar en la defensa de los sectores más oprimidos y explotados de nuestra clase, combatiendo la superexplotación de los trabajadores inmigrantes, exigiendo un cupo laboral femenino y trans, y dignificando el trabajo doméstico, donde persisten relaciones de semiesclavitud.
Ligada a este objetivo estratégico de contar con una central sindical autónoma, está la tarea de construir una alternativa política de la clase trabajadora, que no se subordine a los partidos de los capitalistas, como viene ocurriendo desde hace décadas, en las malhabidas alianzas para “apoyar el mal menor”. Tenemos que vislumbrar una estrategia al servicio de que la clase trabajadora gobierne, y para eso necesitamos construir nuestra herramienta política. Te invitamos a sumarte a este esfuerzo desde el Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores.