El pequeño Claude y el pequeño Trujillo

Lucía Matos

La ofensiva racista del gobierno del PRM con la aceleración de las deportaciones masivas y el decreto 668-22 que permitiría la realización de una limpieza étnica contra las comunidades de los bateyes, ha tenido una contundente respuesta de una parte de las organizaciones sociales y de izquierda, con una declaración que alerta los graves peligros que ha desatado el gobierno neotrujillista de Abinader. También ha habido respuestas internacionales, como las críticas de la ONU o incluso el alerta emitido por el gobierno estadounidense a sus ciudadanos negros sobre los peligros de viajar a un país donde se lleva a cabo una política migratoria racista, como lo es la República Dominicana. Otro de los críticos ha sido el ex canciller y ex primer ministro haitiano Claude Joseph, quien también ha señalado los elementos trujillistas y de limpieza étnica de esta campaña de deportaciones masivas.

Las críticas de Joseph coinciden con las que levantan las organizaciones de derechos humanos a nivel internacional y a nivel local algunas organizaciones de izquierda y antirracistas. Por tuits anteriores con críticas parecidas, Abinader emitió un decreto prohibiendo la entrada al país a Joseph, señalándole como una supuesta amenaza a la seguridad nacional. La medida vino a sentar un precedente en el sentido de que cualquier crítica al gobierno por su política racista y xenófoba puede tratarse como una amenaza a la seguridad nacional. Se trata de un recurso típico de los regímenes totalitarios, el hecho de igualar a su gobierno con «el país» o «el pueblo».

Más allá de su demonización en la prensa derechista dominicana, la trayectoria del “pequeño Claude”, como es conocido en Haití, es en realidad poco conocida en la República Dominicana. Aunque ahora que es un político opositor dice haber notado el racismo de Abinader desde el primer momento, lo cierto es que guardó silencio sobre las atrocidades del gobierno dominicano cuando ejerció los cargos de primer ministro y canciller. Siendo canciller participó del vergonzoso pacto de enero de 2021 en el que el gobierno haitiano avaló la construcción de un muro fronterizo a cambio de apoyo para la reforma constitucional que entonces impulsaba el presidente Moïse.

Abinader también ha tenido un discurso en la oposición y otro en el gobierno. En 2013, consideraba que la desnacionalización de personas dominicanas de ascendencia haitiana era una medida condenable, pero al llegar al poder su gobierno mantuvo la desnacionalización y aumentó la persecución a esta comunidad.

Tanto Joseph como Abinader integran la derecha política de sus respectivos países y son dóciles agentes del imperialismo estadounidense. En su breve tiempo como primer ministro interino el año pasado, Joseph solicitó el envío de tropas estadounideses a Haití. El incremento de la intervención extranjera en Haití también ha sido una de las mayores obsesiones de Abinader, que ha planteado en la ONU, en cumbres con los gobiernos de Costa Rica y Panamá, y más recientemente en su visita a EEUU y en la OEA, su exigencia de una nueva ocupación militar extranjera en Haití.

En otras palabras, se trata de un político más bien convencional. Sus tuits en defensa de la comunidad inmigrante haitiana en República Dominicana, quizás tan oportunistas como cualquier declaración de Leonel Fernández o Luis Abinader en apoyo a la comunidad dominicana en EEUU o España, no tendrían por qué generar la histeria que genera en los políticos y los medios de la derecha dominicana, incluida el ala abinaderista del “progresismo”. El máximo ejemplo de esta histeria es el decreto gubernamental de septiembre. Con toda seguridad, estos falsos patriotas no responderán con la misma furia al alerta que ha hecho el gobierno gringo sobre el racismo en República Dominicana, ni habrá prohibición de entrada al país para ningún funcionario estadounidense. El perro nunca debe morder la mano del amo que lo alimenta.

¿Es un peligro para nuestro país que alguien señale los abusos racistas del gobierno de Abinader? Claro que no. La verdadera amenaza para la República Dominicana no es el pequeño Claude, sino el pequeño Trujillo perremeísta, que intenta restaurar las peores tradiciones autoritarias y racistas de esta parte de la isla.

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