Emmanuel Santos
Imagen: Periódico Última Hora, 7 de mayo de 1974
Se ha mudado al «otro barrio» un amigo y colega por el cual siempre he sentido profundo respeto y afecto. Juan De Dios Ventura Soriano, «Johnny Ventura», orgullo de la República Dominicana, de Latinoamérica y del Mundo.
Rubén Blades
La muerte súbita de Johnny Ventura ha abierto una herida punzante en el corazón del pueblo dominicano. Johnny fue un ser humano de grandes cualidades. Artista pleno, merenguero, actor, animador cultural, Johnny Ventura era un verdadero hijo del pueblo. En la hora de la verdad, estuvo en primera fila como parte de la aguerrida lucha por la liberación de los presos políticos del Balaguerato (1966-1978).
Junto a José Francisco Peña Gómez, dirigente del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), arriesgó su vida con el objetivo de salvar la de cientos de presos políticos, la mayoría militantes de la izquierda revolucionaria. En 1974, fue parte de un grupo de artistas que ocupó la Iglesia de San Miguel en solidaridad con los exiliados y los presos políticos que se pudrían en las cárceles balagueristas. Johnny en esa ocasión dejaba a un lado su rol de director de orquesta y se involucraba en la lucha, como líder político, visibilizando el movimiento anti-dictatorial y uniendo voluntades por una causa justa con artistas de la música, el pincel y poetas agrupados en el Movimiento Cultural Universitario (MCU). El popular merenguero le daba continuidad a la labor de compromiso social iniciada en la década de los 60s por artistas y poetas como Aída Cartagena Portalatín y Silvano Lora. Con su accionar, Johnny le devolvió la esperanza a muchas familias angustiadas ante la persecución, el encarcelamiento y las torturas infligidas a la juventud de esa época. La caída del trujillato, al igual que la Revolución de Abril y lucha antiimperialista del 1965, marcaron la vida de Johnny y de gran parte de la juventud que vivía en los barrios (Johnny era villajuanero) y las zonas rurales. Temiendo represalias por parte de las autoridades pro yanquis, se exilió a Venezuela luego de la Revolución de Abril, hasta 1966.
Ninguna lucha le era ajena. Ante el vil asesinato de la líder campesina Mamá Tingó, escribió junto a Vitico y Yaqui, una canción en su honor. Se podría decir que Johnny empleaba la canción como arma de lucha al igual que tantos artistas en aquellos tiempos en que la Guerra Fría y las luchas anti-colonialistas y anti-capitalistas sacudieron el planeta. Siguiendo una tradición de la poesía social dominicana, Johnny le cantó a los obreros de la caña de origen haitiano y a los carboneros. También participó en el multitudinario concierto-protesta “Siete días con el pueblo” junto a exponentes de la Nueva Canción a nivel local e internacional. Ese concierto marcó un hito en la historia cultural porque desafió abiertamente la represión del régimen balaguerista y reivindicó los ritmos populares y afro-taínos del país.
Johnny Ventura se sentía orgulloso de sus raíces africanas y caribeñas. Lo demostró durante su larga trayectoria artística en el país y en el exterior basadaen la cultura popular, los ritmos y sabores de su tierra junto a Celia Cruz y los artistas boricuas y de otras tierras de la Fania All Stars en Nueva York. Siempre izando la bandera de la nueva dominicanidad surgida luego del ajusticiamiento del tirano Trujillo y de la caída del régimen en 1961. Su música es rupturista con el pasado y la cultura trujillista elitista, hispanófila, esa cultura de las viejas familias blancas de alcurnia (muy parecidas a las familias millonarias del gobierno de Abinader) herederas del pensamiento colonialista. Durante la larga noche trujillista, los de arriba insistían en ocultar la negritud, la memoria colectiva de los manieles y el cimarronaje, fuente viva de rebeldía que perdura hasta el día de hoy. Atrás quedaron la monotonía y letras aburridas, sin sal ni chispa de los merengues trujillistas, esos interminables vals llenos de adulaciones a Chapita. Lamentablemente, una manada de cipayos que va desde Joaquín Balaguer y Leonel Fernández a Hipólito Mejía y Danilo Medina se encargaría de rehabilitar la tradición autoritaria y la cultura trujillista de la adulación.
De ahí la gran consternación ante su partida. Fueron muchos los momentos de alegría y gozo que el Caballo Mayor, solo o en compañía de su legendario Combo Show, brindó al público en los momentos más difíciles que afectaban al país. Pero Johnny no solo entretenía por entretener: a lo largo de su carrera musical, desarrolló una profunda simpatía, admiración y amor por su pueblo; un pueblo sufrido, vilipendiado, pisoteado por dictadortuchos y las arrogantes botas imperialistas y asesinas al servicio de Washington que dejaron una estela de sangre y dolor por Santo Domingo.
Políticamente, Johnny estaba vinculado al PRD, partido que con el tiempo se fue integrando y asimilando totalmente al sistema, transformándose en más de lo mismo, con esa organización llegó a ser diputado y alcalde. Luego de 45 años en el PRD, Johnny pasó a las filas del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), partido que controló de manera mafiosa los estamentos del Estado por dos décadas, desde donde emanaron políticas entreguistas y de hambre que aún afectan a las grandes mayorías. Luego se integró a la Fuerza del Pueblo de Leonel Fernández. Aunque no compartamos sus ideas políticas, siempre recordaremos su música, su voz inigualable y su solidaridad con las luchas al lado del pueblo que tanto amó en las décadas de los años 60s y 70s. Su aporte a la cultura popular está más vivo que nunca.