La Voz de los Trabajadores
Editorial de La Voz de los Trabajadores #17, mayo 2021
El movimiento de mujeres dominicano ha brindado a todo el pueblo trabajador una importante lección con su lucha, con sus más de dos meses acampando frente al Palacio Nacional, con su resistencia pese a la represión policial frente al Congreso, el 20 de abril, o el atentado por medio de envenenamiento el 18 de abril, con sus valientes intervenciones públicas, y el 23 de mayo con su movilización contundente y unitaria. Y es que, ante un gobierno de empresarios, curas, pastores y policías, solo por medio de la movilización se puede avanzar hacia la conquista de los derechos democráticos más elementales que el régimen dominicano le niega al pueblo.
Abinader se quitó la careta y mostró todo su desprecio a la vida y la salud de las mujeres, al maniobrar para que la mayoría parlamentaria de su partido, el PRM, apruebe un Código Penal antidemocrático, profundamente misógino, que criminaliza de manera absoluta el aborto mientras establece penas bajísimas por corrupción. Preparando el terreno para no tener que vetar el Código Penal una vez que sea aprobado en segunda discusión, Abinader ha propuesto realizar un referendo consultivo o redactar una ley especial que establezca excepciones en la penalización del aborto. En definitiva todos los esfuerzos del presidente y de su partido se encaminan a dejar en pie un ordenamiento legal que lleve a la cárcel a la mujer que lleve a cabo una interrupción voluntaria del embarazo, incluso si se trata de un embarazo que amenace su salud, que sea producto de violación o incesto, o si el feto padece una patología que le impida sobrevivir fuera del útero. Hay que odiar mucho a las mujeres para poder redactar y aprobar un texto legal así de aberrante y retrógrado. Pero precisamente eso es lo que ha hecho el PRM, con la colaboración de la mayoría de los diputados del PLD, los diputados de la FP, el PRSC y otros partidos menores, al aprobar en primera discusión el 28 de abril el proyecto de Código Penal.
Desde la dictadura trujillista, el Estado dominicano mantiene un acuerdo tenebroso con la Iglesia Católica, el Concordato. Un documento medieval que le otorga privilegios y financiamiento a esa organización religiosa, así como injerencia en la educación, la salud, el sistema penitenciario y otros ámbitos del Estado. Entre las consecuencias de esa herencia trujillista están la ausencia de educación sexual y reproductiva en las escuelas, la penalización absoluta del aborto, la ausencia de una política de promoción del uso de métodos anticonceptivos y de la planificación familiar, una de las tasas de embarazo adolescente más alta de América Latina y el Caribe, así como una de las tasas más altas de mortalidad materna e infantil.
Desde el MST estamos por la despenalización incondicional y el aborto libre, seguro y gratuito antes de la semana 14 de gestación. Apoyamos la lucha por la despenalización en las tres causales, entendiendo que sería un paso adelante, como parte de la lucha por la igualdad de derechos para las mujeres y la separación del Estado y las iglesias.
Pero, ¿si el gobierno de Abinader y el PRM están en contra de las mujeres y además no hay una verdadera oposición en el Congreso, es posible triunfar? Sí es posible. En otros países en los que un alto porcentaje de la población es de religión católica, como Argentina, Irlanda o Polonia, se ha avanzado mucho más que en nuestro país, gracias a la organización y la movilización permanente de las mujeres. En ese sentido venimos avanzando. Pero podemos hacer aún más. Podemos continuar construyendo la unidad de todos los sectores que actualmente se movilizan en el país por sus derechos, como las comunidades que luchan contra la megaminería y en defensa del ambiente, el movimiento campesino que defiende sus tierras en Barahona del avance depredador del CAC apoyado por el gobierno, de los trabajadores que luchan por salarios dignos y libertad sindical, de quienes reclaman pensiones y el fin de las ARS y las AFP, como recientemente ha planteado el gremio médico. Y además de confluir y apoyarnos mutuamente todos los sectores en lucha, también podemos tejer lazos de solidaridad con las mujeres de Latinoamérica y el mundo para que expresen su solidaridad. Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional y organizaciones de mujeres de Argentina, Turquía, Panamá, Venezuela, Cataluña, Chile, Brasil, México, y otros países hemos recibido demostraciones de apoyo y solidaridad. Es importante que esto continúe, señalando ante el mundo que el gobierno de Abinader y el Congreso dominicano son enemigos de las mujeres y de sus derechos más básicos.
Las mujeres jugamos un rol fundamental en todas las luchas que libra el pueblo trabajador en nuestro país. Todas las luchas son, en ese sentido, una sola, y toca unificarlas en la práctica, articularlas, coordinarlas, para fortalecerlas y conducirlas a la victoria.
Tarde o temprano triunfaremos. Cuando triunfemos habremos logrado mucho más que una despenalización parcial del aborto, las pensiones para los cañeros, el fin de la discriminación racista institucionalizada, revertir la desnacionalización de las personas dominicanas de ascendencia haitiana, expulsar a la Barrick Gold y demás transnacionales mineras, encarcelar a los corruptos y confiscar lo robado, dejar de pagar una deuda externa fraudulenta y usuraria, acabar con la impunidad policial, conquistar la libertad sindical y condiciones laborales dignas, entre tantas otras cosas por las que hoy luchamos. Avanzando hacia esas conquistas, que pueden parecer modestas, estaremos debilitando significativamente la costra trujillista que sigue recubriendo la falsa democracia capitalista dominicana. Cada victoria nos fortalecerá en el camino, seguiremos adelante hasta lograr el respeto de todos nuestros derechos, hasta que seamos las propias organizaciones democráticas y movilizadas del pueblo trabajador quienes tomemos las riendas del país.