La Voz Trabajadores
Imagen: mural del artista iraní Black Hand en su país, donde también se restringe la libertad de expresión
Al artista Fernando Santos le dictaron el 11 de agosto la medida de 6 meses de presentación periódica, mientras continúa un juicio que podría concluir con sanciones mayores. La PGR había actuado a instancia de una querella del diputado del Frente Amplio, Juan Dionicio Rodríguez, y el Instituto Duartiano dos años antes, contra la publicación por redes sociales de una imagen en la que se interviene artísticamente el retrato de Duarte realizado por Abelardo Rodríguez Urdaneta. La imagen, que no fue realizada por Santos, fue sometida a procedimientos propios del Pop Art y del Meme, introduciendo maquillaje queer y las banderas del orgullo gay y trans. Evidentemente no busca “injuriar a Duarte” sino satirizar la falsa identificación que plantean sectores de extrema derecha entre un supuesto ideal de patriotismo “duartiano” y la homofobia.
Veamos algunos de los presupuestos ideológicos reaccionarios de la demanda. Cuando se acusa a un artista de “distorsionar” la imagen de Duarte, estamos ante una fetichización e idolatría nacionalista de una imagen que evidentemente no es la representación fiel de Duarte. El único retrato fidedigno de Duarte es un daguerrotipo de 1873, bastante distinto al cuadro realizado por Rodríguez Urdaneta en 1890. El propio Instituto Duartiano aplica un doble estándar, pues administra un museo de cera donde los rostros de los muñecos que representan a Duarte no se parecen al daguerrotipo de 1873 ni al retrato de Rodríguez Urdaneta, además de ser de escaso valor artístico.
Lo que molestó al Frente Amplio y al Instituto Duartiano no es la intervención artística del retrato de Rodríguez Urdaneta, sino la asociación de la imagen de Duarte con símbolos de la comunidad LGBT. Solo personas antidemocráticas y que odien a las personas LGBT pueden considerar que asociar a Duarte con la temática LGBT es una ofensa que merezca ser sancionada. Los acusadores del Frente Amplio y el Instituto Duartiano por lo tanto resultan incriminados por su propia querella. La obra de arte, pese a lo modesto de sus medios, ha cumplido su función de denuncia social.

El Instituto Duartiano es un foco de agitación racista y antidemocrática permanente. Fue el promotor de la movilización facista del 6 de agosto. En cuanto al Frente Amplio, pese a que se reclama “progresista”, apoyó al multimillonario Abinader en las elecciones de 2016 y 2020, y forma un grupo parlamentario junto a los balagueristas de DxC, que son parte de la coalición de gobierno.
El ataque homófobo a la libertad de expresión, expresado en la persecución a Fernando Santos, tiene como antecedente reciente la persecución al artista Rafael Pérez Concepción, amenazado por la PGR y obligado a presentar una disculpa pública a fines de junio, por una obra artística en la que presentaba banderas parecidas a las de República Dominicana y Haití, con los escudos intercambiados. En la disculpa se plantea que el arte “no puede ser indiferente” a las reacciones que puede generar en la sociedad. El mensaje de la PGR representa una amenaza antidemocrática muy grave y es que perseguirá al arte que ofenda a los sectores conservadores, racistas, homófobos y de extrema derecha.
La acción contra Pérez Concepción fue emprendida por el Departamento de Derechos Humanos de la PGR, dirigido por la fiscal Danissa Cruz. Juan Dionicio Rodríguez, por su parte, es presidente de la Comisión Permanente de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados. Las organizaciones democráticas y de izquierda deben llamar al Frente Amplio a retirarse de la demanda y emitir una disculpa pública a Fernando Santos, así como emplazar a la PGR a respetar la libertad de expresión y actuar contra las verdaderas violaciones a los derechos humanos que se presentan cotidianamente en el país, contra las que mantienen total inacción. Si no nos movilizamos en defensa de nuestros derechos, nadie lo hará en un país con una institucionalidad capitalista corrompida por los vicios neotrujillistas.