Y vuelve y vuelve la tayota: organicemos la verdadera oposición en las calles

Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores

En un proceso electoral de rutina, con su habitual clientelismo y corrupción, con compra y venta de votos, y una abstención de casi la mitad del electorado, el empresario-presidente Abinader se hizo reelegir y aumentó su mayoría en el Congreso. No hubo celebraciones en las calles. A diferencia del 2020, esta vez no hay expectativas en el “cambio”: para la mayoría del pueblo dominicano está claro que Abinader gobierna para su clase social, para los multimillonarios, está claro que con él continúan la desigualdad social, los bajos salarios, la falta de empleo, la ausencia de libertad sindical, la impunidad y la corrupción; sigue la destrucción ambiental, avanzan las privatizaciones, campea la represión y la brutalidad policial, no hay freno para el racismo y la violencia hacia las mujeres.

Crecen las ganancias capitalistas, también crecen la pobreza y la desigualdad

Abinader dice que su gestión ha sido exitosa, que por el crecimiento económico alcanzado ya no somos un país tercermundista. Se equivoca. Seguimos siendo un país cuyo crecimiento depende de las remesas y el endeudamiento externo, donde crecen las ganancias para los capitalistas y el salario real se mantiene estancado, donde la mayoría de la clase trabajadora gana muy por debajo del costo de la canasta familiar, donde la juventud se ve obligada a emigrar en yolas o en la vuelta por Centroamérica y México para sobrevivir. Casi la mitad del pueblo dominicano no tiene suministro de agua directa en sus hogares y la que sí lo tiene no recibe agua potable, tiene que comprarla en botellón porque la de las tuberías está contaminada. Tenemos un presidente con cuentas en paraísos fiscales, en un país en el que los grandes empresarios no pagan impuestos, en el que las cadenas hoteleras y las zonas francas constituyen economías de enclave que pagan salarios miserables y exportan sus ganancias con la complicidad gubernamental. 

Tenemos un presidente que se comparó a sí mismo con el dictador Balaguer durante la campaña. Tiene razón, es tan derechista y proimperialista como el viejo, cuya consigna “Y vuelve y vuelve Balaguer” parecía más bien una maldición. Abinader le roba las pensiones a los cañeros, prefiere construir un muro fronterizo inútil rindiendo tributo a la simbología trujillista en vez de construir viviendas populares o garantizar el suministro eléctrico en los barrios, protege a las empresas azucareras que utilizan mano de obra semiesclava, como Central Romana. No hay separación entre el Estado y las iglesias, tenemos una de las tasas de embarazo adolescente más altas de la región y la interrupción voluntaria del embarazo está penalizada absolutamente, como en tiempos de la inquisición. Y para colmo, estamos subordinados políticamente al país que nos invadió dos veces durante el siglo XX, EEUU, mientras el gobierno dice que defender la soberanía y la identidad nacional es aplicar políticas de apartheid contra la comunidad inmigrante haitiana y mantener en la apatridia a miles de personas dominicanas de ascendencia haitiana, al mismo tiempo que apoya a Israel en su genocidio contra el pueblo palestino. Evidentemente seguimos siendo un país tercermundista.

PRM, el nuevo PLD

Entonces, ¿por qué ganó un gobierno corrupto y derechista? Por razones similares a las que mantuvieron en el poder por largos años al PLD. El gobierno utiliza el control del aparato estatal para comprar medios de comunicación y convertir a periodistas en bocinas, controla el Ministerio Público para evitar que sus corruptos terminen en la cárcel, invierte millones en publicidad oficial, cancela a miles de trabajadores del sector público para sustituirlos por miembros del partido de gobierno, usa las escasas ayudas sociales de forma clientelar. Todo eso funciona por ahora, pues no había ninguna diferencia entre el PRM y sus competidores derechistas del PLD y la FP. Tal y como hizo en su momento el PLD, el PRM ha cooptado a una parte de la intelectualidad y el sector activista, destruyó el movimiento anticorrupción de Marcha Verde y pactó con organizaciones “ciudadanas”, ambientalistas, supuestamente “progresistas”. Tiene el apoyo de la burocracia sindical corrupta y pro-patronal de la CNUS, CASC y CNTD, que antes apoyaba al PLD. 

Pero de la misma manera que llegó un momento en el que la gente se hartó del PLD y se movilizó y los sacó del poder, así también tarde o temprano habrá una ruptura masiva con el PRM y ya ninguno de estos mecanismos le servirán. Recordemos que Danilo Medina fue reelecto en 2016 con un porcentaje de votos superior al obtenido en esta elección por Abinader y aún así su partido fue derrotado en la siguiente elección.

El desafío inmediato es impedir que el gobierno derechista y sus aliados impongan sus proyectos antidemocráticos, antiobreros y antipopulares. Intentarán utilizar su 90% del Senado y 75% de la Cámara de Diputados para imponer un nuevo Código Penal con jurisdicción militar especial, con penalización absoluta del aborto y legalizando la discriminación homófoba y de género justificada “por razones religiosas”. Intentarán reformar el Código de Trabajo y flexibilizar aún más las relaciones laborales. Intentarán imponer una reforma tributaria para profundizar el carácter injusto, regresivo, del sistema tributario. Actualmente la recaudación proviene principalmente del ITBIS y miles de trabajadores que ganan menos del costo de la canasta familiar pagan ISR mientras grandes empresarios están exentos. El gobierno pretende que los pobres sigan subsidiando a los ricos, no solo con su plusvalía sino también con sus impuestos. Incluso Abinader intentará reformar la constitución.

Entre 2020 y 2024 prácticamente no hubo oposición en el Congreso. Incluso los diputados de centroizquierda votaron a favor de varias extensiones del Estado de excepción, aprovechado por la Policía Nacional para extorsionar a las personas detenidas, también votaron por la creación de fideicomisos privatizadores como el de Pedernales. A pesar de que un diputado del Frente Amplio presidió la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados no aprovechó esa posición para denunciar la falta de libertad sindical, la farsa de la “reforma policial”, las detenciones de mujeres embarazadas haitianas y la separación de infantes haitianos de sus familias, entre otras brutales violaciones a los derechos humanos en el marco de la política de deportaciones masivas. A esta debilidad para presentarse claramente como oposición, se sumó luego el hecho de que Opción Democrática, el Frente Amplio y el Movimiento Patria Para Todos iban divididos en tres candidaturas presidenciales que sumadas no llegaron al 1%. Desde el MST les llamamos a presentar un frente electoral unificado, sin alianzas con los partidos de la derecha. Cuando esta posibilidad no se concretó, apoyamos críticamente al MPT, la única de las tres plataformas autodenominadas progresistas que no estaba aliada a los grandes partidos de la clase dominante como el PRM, el PLD y la FP.

Es posible construir una alternativa de izquierda

No faltarán quienes lean este resultado electoral donde las variantes de la derecha obtuvieron el 99% de los votos como una confirmación de que para avanzar hay que tener políticas electorales incluso más oportunistas y sin principios, o que no hay posibilidades de construir un partido de izquierda. Creemos que es una lectura equivocada. Es posible y necesario diferenciarse de los políticos convencionales, mostrar desde la izquierda un programa cercano a las necesidades de la gente común y dar expresión al repudio a la politiquería tradicional, acompañando las luchas e insistiendo en la necesidad de la ruptura con este sistema opresivo e injusto.

La extrema derecha fracasó. Las candidaturas de los trujillistas del PED y los fundamentalistas de GenS sacaron entre ambas apenas un 2%, pese a las campañas millonarias que realizaron. Ya surgen entre ellos divisiones. Ramfis Trujillo dice que Roque Espaillat le pide un pago de 750 mil dólares por haber alcanzado el 1% nacional. Por algo se hace llamar “el cobrador”, aunque también lo podrían llamar “el evasor”, pues admitió durante la campaña que no pagaba impuestos. En definitiva, no son oposición ni alternativa al PRM, pues comparten la mayor parte de sus políticas conservadoras, antiobreras, misóginas y racistas. Sin embargo, si no construimos una alternativa de izquierda, que exprese la indignación popular y señale una salida revolucionaria, no es imposible que en el futuro la extrema derecha canalice el descontento y profundice las políticas neotrujillistas de los gobiernos del PLD y el PRM.

Por lo pronto, la única posibilidad de frenar los ataques antidemocráticos del gobierno contra el pueblo dominicano dependerá de que levantemos una oposición obrera y popular, en las calles, en los campos y ciudades, y también entre la clase trabajadora de la diáspora. Una oposición combativa que a su vez sea el espacio de construcción de una alternativa política democrática, socialista y revolucionaria, realmente comprometida con una sociedad radicalmente diferente, sin explotación ni desigualdad, ambientalmente sostenible, con seguridad social y salud pública de calidad, un país digno y libre del que la juventud no esté desesperada por huir y que honre a las personas trabajadoras en edad de retirarse con pensiones justas. Una República Dominicana sin apatridia ni apartheid, que ocupe su lugar en el mundo del lado de las causas justas, y no como ahora bajo el dominio del imperialismo yanqui.

Cuatro años más de la tayota ciertamente es una perspectiva lamentable. Pero no hay tiempo para deprimirse, sino para reflexionar y reagrupar fuerzas. Necesitamos reconstruir el movimiento estudiantil crítico, defender los sindicatos que existen de los ataques del gobierno y construir nuevas organizaciones obreras para la mayoría de la clase trabajadora que no está sindicalizada, organizar una central sindical democrática y combativa; organizar la lucha ambiental contra los proyectos depredadores del gobierno y recuperar la autonomía del movimiento de mujeres para superar los límites impuestos por las agencias y el Ministerio de la Mujer. Ese es parte del tejido que hay que reconstituir para resistir a los embates de la clase capitalista y que la izquierda tenga una sólida base social. Para dar todas esas batallas trabajamos en la construcción de una organización socialista.

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