Por un verdadero plan de regularización sin discriminación

Colectivo HaitianosRD

Intervención en el evento La solidaridad es mi bandera, en la UASD el 2 de junio

Imagen: Prevail, autora Michelle Robinson

El colectivo #HaitianosRD agrupa a dirigentes de organizaciones de base, a líderes sociales y activistas de origen haitiano, para la defensa de los derechos humanos y la dignidad de nuestra comunidad.

El artículo 39 de la Constitución dominicana plantea que: Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las instituciones, autoridades y demás personas y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de género, color, edad, discapacidad, nacionalidad, vínculos familiares, lengua, religión, opinión política o filosófica, condición social o personal.

La realidad que sufrimos en las comunidades y barrios del país es otra. Desde hace algunos años hay una campaña ilegal de deportaciones masivas que incluye allanamientos sin orden judicial, detenciones arbitrarias basadas en el color de la piel, la detención migratoria y deportación de niñas y niños no acompañados, la detención de mujeres embarazadas, entre otras medidas arbitrarias que violan la propia normativa legal dominicana. Luego de cinco años de violaciones sistemáticas de los derechos humanos, miles de personas trabajadoras y humildes han sufrido robos, extorsión, golpizas, torturas, violaciones sexuales e incluso asesinatos a manos de agentes migratorios, policías y militares. Estamos ante un Estado de excepción que ha suspendido el debido proceso para las personas de origen haitiano.

En octubre de 2024 se ratificó el carácter colectivo de las expulsiones con el anuncio de una cuota de diez mil deportaciones semanales. El 21 de abril de este año se anunciaron 15 medidas adicionales, entre ellas un protocolo migratorio de atención a pacientes extranjeros. Ese protocolo convierte a los hospitales en centros de detención migratoria y busca persuadir a las personas haitianas acudir a los hospitales, arriesgando su salud y su vida para evitar ser sometidas a violentas detenciones, ser enviadas al insalubre y hacinado centro de detención de Haina y ser expulsadas a Haití, separadas de su familia y de su fuente de trabajo y sustento. Por esta causa falleció, el pasado 9 de mayo, Lourdia Jean Pierre, en El Seibo, al verse obligada a dar a luz en su casa y no recibir atención médica. Lourdia deja cuatro hijos huérfanos y un viudo, a quien le cuesta respirar por el dolor de la pérdida de su esposa. ¡Insistimos en que las vidas Haitianas importan!

Somos una comunidad de trabajadoras y trabajadores honestos, aportamos a la actividad económica y somos sujetos de derechos. Además pagamos miles de millones de pesos cada año en impuestos como el ITBIS. Trabajamos en la agricultura y la construcción, pero también en la salud y la educación, en la ciencia y las artes, en el turismo y otros servicios. La atención en salud para nuestras mujeres embarazadas representa mucho menos del 1% de la inversión de salud pública y se financia con nuestros impuestos.

Desde la República Dominicana, la comunidad inmigrante haitiana también pone su grano de arena para la superación de la crisis que atraviesa Haití, al aportar con sus remesas al sustento de muchas familias, y al estudiar y profesionalizarse para poder aportar su conocimiento y experiencia a la construcción de un Haití más justo, próspero y libre.

Nos unimos al clamor por un verdadero plan de regularización sin discriminación, con flexibilidades similares a las otorgadas a la comunidad inmigrante venezolana para su regularización a partir del año 2021. Invitamos a todos los sectores sociales, sindicales, religiosos y académicos con convicciones democráticas a unirse en esta titánica tarea de romper las cadenas de los prejuicios raciales y alcanzar la vigencia de los derechos humanos para todas las personas.

Apelamos a la solidaridad, esa solidaridad que forma parte de las historias de los dos pueblos, desde la abolición de la esclavitud en 1822 y la lucha conjunta por la Restauración en 1863, hasta la participación de los comandos haitianos en la Guerra de Abril de 1965 y más recientemente la solidaridad dominicana con las víctimas del terremoto de 2010 en Puerto Príncipe, entre tantos otros ejemplos de fraternidad domínico-haitiana.

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