María Filomena González y David Álvarez Martín
Imagen: Mapa del plan del sitio a Saint Domingue en 1805
Nota de MST-RD.org: En un contexto de aumento de la agitación racista de la ultraderecha y del gobierno de Abinader, las agrupaciones Movimiento Patria Libre sin Haitianos y Los Peregrinos de Moca han convocado a una «vigilia» en la Iglesia del Rosario en conmemoración del supuesto «Degüello de Moca», el 3 de abril de 2025. Su dirigente, Juan Comprés «Guanchy», ha realizado un video alegando que es necesario expulsar a los trabajadores haitianos de Moca porque estarían llevando a cabo una «invasión pacífica». Este término tradicionalmente ha sido utilizado por sectores trujillistas para referirse a la inmigración haitiana y exigir una limpieza étnica como la de 1937. Los artículos de los académicos dominicanos María Filomena González y David Álvarez Martín, que republicamos a continuación, demuestran que el supuesto exterminio de toda la población de Moca dentro de una iglesia no es un hecho histórico comprobado sino una leyenda. Más allá de lo contradictorio que resulta que pretendidos nacionalistas dominicanos hoy se identifiquen con el poder colonial francés, que en aquel momento dominaba el Este de la isla y contra el que se dirigió la campaña militar haitiana de 1805 como retaliación por las incursiones esclavistas francesas, está claro que se sigue utilizando esa leyenda para justificar los crímenes racistas y la represión actual contra los trabajadores haitianos. Conozcamos nuestra historia para no ser manipulados por quienes quieren dividir a la clase trabajadora en base a raza y nacionalidad.
A propósito de “El degüello de Moca de 1805”
María Filomena González*
Sobre los relatos del hecho conocido como el “degüello de Moca de 1805” existen varias versiones e interpretaciones. Está por un lado la versión tradicional que fue reproducida por César Nicolás Penson Paulus en su artículo “El degüello de Moca de 1805” publicado en el periódico El Caribe el 12 de abril de este año, pero existen otras versiones que cuestionan la veracidad del relato reproducido por la “historia oficial”.
Me referiré, en esta ocasión, básicamente a las versiones de Fray Cipriano de Utrera en su artículo “El degüello de Moca” publicado en la Revista Panfilia, No. 10 en el año 1925 y a la del historiador contemporáneo Roberto Marte en su artículo “El testimonio autobiográfico en la historia dominicana: un análisis crítico” publicado en el Boletín de Archivo General de la Nación, Año LXXXI, Volumen XXXIX, No. 138, enero-abril 2014.
Fray Cipriano de Utrera presentó varios elementos a tomar en cuenta a la hora de sostener que el degüello de Moca se verificó tal como lo sostienen los historiadores que hasta ese momento habían relatado el acontecimiento. Utrera señaló que “Los degollados fueron varios fugitivos en la parroquia de Moca, que es lo mismo que decir dentro de su jurisdicción territorial, y no dentro de la iglesia parroquial, precisamente.” Es decir que el hecho no ocurrió dentro de la iglesia de Moca y que no fueron degolladas todas las personas que asistieron al Tedeum sino “varios fugitivos”.
Luego planteó que entre el 29 de marzo “en la tarde” y el 3 de abril transcurrió poco tiempo como para que el ejército haitiano marchara de Santo Domingo a Moca y que “las familias fugitivas fueran saliendo poco a poco de sus escondites para asistir a un Tedeum”. Concluyó que no hubo Tedeum y que no fue degollado el cura Fray Pedro de Geraldino porque estaba vivo en la ermita de Santa Ana en San Francisco de Macorís en 1807, como tampoco lo fueron los sacerdotes Fray Agustín Hernández, los Presbíteros Vásquez, Lima, Puerto Alegre Basarte y Ortega que hacían su trabajo pastoral en El Cibao.
Sostuvo que la población en el pueblo de Moca no alcanzaba las 500 o 400 personas según las versiones de la historia tradicional. Por lo que no fueron degollados esa cantidad de personas. Utrera dijo que fueron “varios”.
Indicó el mismo autor que en una carta escrita por el sacerdote Silvestre Núñez, cura de Moca entre 1834 y 1872, donde relató hechos de esa parroquia desde antes de 1805, no describió este hecho.
Fray Cipriano de Utrera afirmó en su artículo: “Por tanto, estimo que el degüello de Moca fue simplemente un hecho criminal efectuado contra varias personas, y no una miseria o desgracia general de la población de Moca”.
Frente a las consideraciones de Fray Cipriano de Utrera, me pregunto: ¿cabrían 400 personas en la Iglesia de Moca? Con los medios de la época, ¿se podrían matar a 400 o 500 personas en un día?
Por otra parte, el historiador Roberto Marte, en su artículo mencionado con anterioridad, sostiene que no existen documentos primarios sobre estos hechos ni relatos de testigos oculares de los mismos.
Antonio Del Monte y Tejada relató el hecho, pero no reveló sus fuentes. ¿De dónde obtuvo la información sobre los que señaló como “un degüello horroroso”? Es importante, como lo aclara Marte, hacer notar que Del Monte y Tejada había salido de la isla en 1804, un año antes de los acontecimientos descritos.
José Gabriel García tampoco citó las fuentes de dónde obtuvo las informaciones sobre el “degüello de Moca” solo aclaró que este relato lo había contado Antonio Del Monte y Tejada con anterioridad. García reprodujo algunas partes del relato del padre José de Jesús Ayala que no fue testigo ocular de los hechos.
Gaspar Arredondo y Pichardo se refirió a este hecho en su escrito “Memoria de mi salida de la isla de Santo Domingo” pero tampoco fue testigo ocular de los hechos. El historiador Roberto Marte afirma que el relato del Padre Ayala y el de Arredondo “Eran transcripciones de sus recuerdos episódicos” y los recuerdos “No son copias de experiencias sino representaciones mentales transitorias de las mismas”.
Arredondo y Pichardo escribió su relato durante el período 1809-1821, mientras estuvo viviendo en Cuba. El padre Ayala a mediados de la década de 1840.
Marte considera que tanto los relatos de Alejandro Llenas “Invasión de Dessalines”, los fragmentos reproducidos por José Gabriel García de los escritos del padre José de Jesús Ayala y la narración de Arredondo y Pichardo no deben tomarse al pie de la letra debido a “su falta de transparencia, a sus lagunas y a sus contradicciones internas”.
Acota Marte que los testigos citados por Guido Despradel Batista en sus escritos “El incendio de 1805” e “Historia de la Concepción de La Vega”, “no ofrecían una base para la descripción del hecho”.
Roberto Marte concluye sobre esta narración que “Esos hechos aparecen en la narrativa histórica nacional como episodios fundacionales y la impresión traumática que han dejado en la cultura histórica ha servido a los historiadores para refrendar la imagen trágica de nuestro pasado que se vulgarizó desde los finales del siglo XIX”.
Para las personas dedicadas a la investigación histórica, el manejo de las fuentes es crucial para su trabajo. Mostrar de dónde y cómo obtuvieron las informaciones que presentan y trabajar las fuentes con objetividad y sin prejuicios heredados es fundamental si se quiere realizar un trabajo serio y científico.
Para terminar, me pregunto si frente a estas evidencias, ¿es posible afirmar hoy día que sucedió “el degüello de Moca”?
* María Filomena González ha sido profesora de Historia en la UASD, INTEC, UNIBE y el Instituto Superior Pedro Francisco Bonó. Ganó el Premio Nacional de Historia en 2009 y 2013. Obtuvo la Maestría en Estudios Latinoamericanos en la UNAM y la Maestría en Archivística en la UASD.
Publicado originalmente en el diario Hoy, el 15 de mayo de 2021
Moca: Mito o historia
David Álvarez Martín**
Es un hecho que lo dominicano como entidad política se fraguó debido al estallido de la Revolución Francesa de 1789 y su continuación en la Revolución Haitiana que se plasmó en su independencia del 1804. A partir de ese hecho y hasta el 1855, cuando ocurrió la última invasión haitiana a nuestro territorio, lo dominicano se fue articulando en confrontación con Haití. Haití se convirtió en el catalizador de lo dominicano hasta que logramos constituirnos en 1844 en un Estado independiente. Varios hechos definieron ese proceso, explicados en la historiografía dominicana conservadora con tintes de leyenda, semejante a lo ocurrido con el caso del Santo Cerro en el siglo XV. Por tanto, debemos apoyarnos en estudios académicos de calidad para superar las visiones patrioteras cargadas de mitos racistas.
Sobre 1805 muchos comunicadores afirman que ocurrió un degüello en la ciudad de Moca por las tropas haitianas que se retiraban luego de fracasar en tomar la ciudad de Santo Domingo. Incluso Frank Moya Pons en su Manual de Historia Dominicana lo menciona (Moya, p. 200). Un periódico digital llamado Diario Dominicano en su edición del 3 de abril del 2014 lo presenta de la siguiente manera. “El 3 de abril de 1805, los haitianos después de haber saqueados y quemados las comunidades de Monte Plata, Cotuí y La Vega, se dirigieron a Moca, donde pasaron a cuchillo a sus habitantes y luego incendiaron las viviendas. Luego repitieron sus atrocidades en la ciudad de Santiago de los Caballeros. Una versión histórica resalta que el 3 de abril de 1805, todo el que cayó en Moca en manos de los haitianos fue degollado, y la ciudad fue incendiada al extremo de que los altares de la Iglesia, los archivos y el reloj público de la ciudad fueron reducidos a cenizas. De acuerdo con la información, en Moca, sólo salvaron la vida dos personas, porque sus cuerpos quedaron ocultos debajo de la pila de cadáveres que dejaron a su paso las tropas haitianas en su marcha de regreso a la República de Haití. Además de Moca, los haitianos llevaron a cabo matanzas en Santiago y San José de las Matas”. El texto carece de autor y la apelación a una “versión histórica” se agota, aunque no lo menciona, al libro de José Gabriel García Compendio de la historia de Santo Domingo publicado entre 1867 y 1906 y que sirvió de manual de enseñanza por muchos años en las escuelas dominicanas.
El texto de García es el siguiente: “También en Moca se representaron escenas terribles capaces de consternar a los corazones más endurecidos. Dadas por Cristóbal amplias garantías a fray Pedro Geraldino, sacerdote de reconocidas virtudes, en favor de las familias fugitivas, fueron éstas saliendo poco a poco de sus escondites, y se dirigieron a la población, donde en vez de seguridades con que contaban, no encontraron sino una muerte desastrosa; pues habiéndose anunciado que el día 3 de abril se cantaría un tedeum solemne en acción de gracias por la feliz terminación de la lucha, acudieron al templo más de quinientas personas de todas clases, sexos y edades, además de la soldadesca desenfrenada de Faubert, la cual cerró todas las puertas al comenzar la ceremonia y se entregó de lleno al desorden, saciando su furor brutal sobre aquella concurrencia inofensiva, de la que quedaron muy pocas personas con vida, porque hasta el sacerdote que oficiaba fue ensartado en las bayonetas, en medio de la espantosa gritería de aquella horda de salvajes” (García, p. 264).
Héctor Martínez, un historiador muy destacado, plantea el problema de la veracidad de ese hecho en un artículo de El Caribe del 28 de enero del 2012, su argumento es el siguiente: “… Jean Jacques Dessalines y sus tropas -en lucha contra el colonialismo francés acantonado en el Este-, tras levantar un asedio de 25 días sobre Santo Domingo, se retiraban a Occidente. Entonces, el cuerpo del ejército que comandaba Henri Christophe, al pasar por la villa de Moca, habría cometido el más tiplisonante de los excesos criminales al degollar en la iglesia parroquial -donde convocaron, de común acuerdo con el cura, a un Tedéum solemne por la feliz terminación de la lucha – a “más de quinientas personas de todas clases, sexos y edades” y “hasta el sacerdote (fray Pedro Geraldino, HMF) que oficiaba fue ensartado en las bayonetas, en medio de la espantosa gritería de aquella horda de salvajes”.
Los argumentos de Martínez para demostrar que dicha matanza nunca ocurrió son los siguientes: “En cambio, para el historiador Delmonte y Tejada, (contemporáneo de aquellos hechos, y de cuyo antihaitianismo no cabe dudar), los degollados fueron “varios fugitivos” “en la parroquia de Moca” (Historia de Santo Domingo, t. III). En 1923, el viejo y odioso relato de lo sucedido en Moca fue objeto de un interesante debate. Entonces, el agudo investigador Fray Cipriano de Utrera emitió consideraciones dignas de la mayor ponderación. Observa éste que la retirada de Dessalines de la periferia de Santo Domingo se inicia en la tarde del 29 de marzo de 1805, y que el decantado “degüello” se sitúa en la mañana del 3 de abril, lo que considera tiempo limitado para desplazar un ejército por pésimos caminos de Santo Domingo a Moca, y una vez en Moca convocar a los fugitivos dispersos por campos y montes (y esperar que acudan) a un Tedéum en la mañana del día 3. Más aún, los “degollados” no podían ser “más de 500 personas de todas las clases, sexos y edades”, en razón de que para 1805 la población total de la villa de Moca no llegaba a 500 personas, y el sacerdote Pedro Geraldino, que según J. G. García “fue ensartado en las bayonetas en medio de la gritería de aquella horda de salvajes”, aparece vivo y coleando dos años después (en 1807) como capellán de la ermita de Santa Ana, en San Francisco de Macorís. Estas realidades llevan a Utrera a sostener que en la Moca de 1805 “No hubo tal Tedéum ni el sacerdote fue ensartado en las bayonetas, ni la matanza fue por esta razón dentro de la iglesia”. Por si fuere poco, acota que el sacerdote Silvestre Núñez, cura en Moca de 1834 a 1872, escribió una relación sobre el desenvolvimiento de su iglesia que abarca desde antes de la invasión de 1805… y no hace referencia al “degüello”.
Esta confrontación de pareceres diferentes y con argumentos muy sólidos de parte de Martínez nos lleva a dos preguntas. ¿Por qué ocurrió la invasión haitiana a la colonia francesa de Saint Domingue? Ya que éramos colonia francesa en ese momento. ¿Qué fue lo ocurrió realmente en Moca? Una vez definida la frontera de Haití mediante las armas al iniciar el 1804, el resto de la isla quedó como colonia francesa, fruto del Tratado de Basilea del 1795. Como Francia había reestablecido la esclavitud, el Gobernador francés Louis Marie Ferrand ordenó a sus tropas y los habitantes de la parte oriental que cazaran niños y niñas haitianos de hasta 14 años para venderlos como esclavos. Esta ordenanza fue proclamada el 6 de enero de 1805. Por supuesto esa acción no podía ser ignorada por el presidente haitiano Jean Jacques Dessalines, por tanto, organizó tropas y decidió avanzar hacia el este para desocupar a los franceses de esta parte de la isla. Desde que nació Haití sus líderes tenían claro que permitir un régimen esclavista del lado oriental siempre sería un peligro para su existencia como sociedad y Estado. Ese hecho ha sido ignorado continuamente por historiadores dominicanos anti haitianos que interpretan esa acción como una agresión contra los dominicanos, cuando de hecho el propósito de Dessalines era erradicar a los franceses de esta parte por sus prácticas esclavistas contra sus hijos.
**David Álvarez Martín es Vicerrector académico de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM). Especialista en filosofía política, ética y filosofía latinoamericana. Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Publicado originalmente en Acento el 27 de noviembre de 2020