Alicia Méndez Medina
Fotografía: Alicia Méndez Medina
Cada vez que llega la Semana Santa en República Dominicana comienzan las discusiones sobre el carácter nacional o foráneo del Gagá y las prohibiciones de las autoridades nacionales y locales contra esta expresión cultural comunitaria, así como de otras manifestaciones culturales que nos recuerdan a nuestros ancestros africanos.
Desde el gobierno e iglesias de diferentes denominaciones se estigmatiza la cultura afrodominicana. En el año 2023, la Alcaldía de Santa Cruz del Seibo, junto a pastores de las iglesias evangélicas y miembros de la Iglesia Católica intentaron prohibir la salida de los Gagá de las comunidades de ese municipio.
En 2022, el Ministerio de Cultura se desligó de la prohibición del Gagá por parte de autoridades municipales de San Pedro de Macorís. Sin embargo en los últimos dos años ha avalado silenciosamente las prohibiciones.
También en 2023, en Cabral vimos cómo la autoridad policial intentó prohibir la salida de Las Cachúas de Cabral, una tradición de foete y máscaras, patrimonio del folklore dominicano reconocido incluso por el Congreso. Esta festividad celebrada por más de 150 años indiscutiblemente nos recuerda la herencia y resistencia de nuestros ancestros africanos. La movilización de la comunidad hizo retroceder a la Policía Nacional, que tuvo que permitir la celebración, aunque en un horario restringido.
El Gagá de Boca Chica este año también sufrió la prohibición oficial, en una nueva expresión de las acciones racistas abiertamente inconstitucionales que demuestran que no hay garantías legales para las personas negras en este país. En Bánica, en la provincia fronteriza de Elías Piña, no solo se prohibió la tradicional Pelea de Máscaras, provocando descontento en el pueblo que esperaba la actividad con ansias, la comunidad fue militarizada y hubo personas arrestadas por intentar realizar la actividad. En el marco de la violencia racista del gobierno, este intento de erradicar la cultura afrodominicana evidentemente forma parte del intento de establecer un apartheid en el país. Ese componente de prohibición de la cultura afrodominicana lo podemos calificar como apartheid cultural.
Todas las manifestaciones culturales populares que salen de la programación oficial del carnaval son parte de lo que el antropólogo Dagoberto Tejada denominó como carnaval cimarrón, el carnaval del pueblo, un carnaval profundamente negro que nos recuerda la resistencia de nuestros ancestros a la colonización. Manifestaciones estigmatizadasq por las autoridades, políticos de derecha y fundamentalistas religiosos como violentas o no-dominicanas. De esa forma, y con la represión, intentan desconectar a este pueblo de sus tradiciones.
Mediante masacres como la de 1937 o la de Palma Sola en 1962, así como con la permanente discriminación y persecución racial los gobiernos dominicanos han intentado «hispanizar» y «blanquear» al país, incluso quitándole la nacionalidad a personas por tener padres o abuelos haitianos. En esa dirección se suma la política de prohibir las manifestaciones que se asocian a lo negro, a lo africano o lo haitiano.
Dagoberto Tejada en “El Carnaval Cimarrón y la Semana Santa” expresó que este carnaval, muy diferente del carnaval europeo y del carnaval comercializado a nivel urbano, tuvo expresiones tanto en lo que hoy es República Dominicana como lo que es Haití. Fue y es celebración por la llegada de la primavera, en comunidades empobrecidas rurales, donde no participan las élites, y con un marcado contenido rebelde. Son los Gagá, las Máscaras del Diablo, los Negros de la Joya, El Peje en Guerra, los Cocorícamos y las Tifúas y las Cachúas.
Hace unos años en Semana Santa visitando la comunidad de Galván en la provincia Bahoruco de la Región Enriquillo, mientras el pueblo estaba impregnado por un olor a habichuelas con dulce pudimos ver que desde el horizonte venían bajando unos personajes carnavalescos, coloridos y los niños emocionados corrían por las calles y evocaban: vienen los júas. Las comunidades se manifiestan, siguen celebrando sus tradiciones en resistencia pese a los intentos del gobierno y las iglesias de mutilar nuestras tradiciones, nuestra cultura ancestral.
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