La Voz de los Trabajadores
El 4 y el 6 de marzo, la Televisión Pública transmitió debates entre quienes se postulan al Senado y a la Cámara de Diputados por el Distrito Nacional. Sus promotores afirmaron que era un evento histórico y un aporte a la democracia. No lo fue. El evento se utilizó como una plataforma para la promoción de teorías conspirativas antidemocráticas, evadiendo los temas que más preocupan a la mayoría del pueblo dominicano, como el alto costo de la vida, la miseria salarial, la falta de empleo, el fracaso de la reforma policial, o la crisis de la salud pública.
Una moderación nada moderada
El evento, promovido por la organización empresarial CODESD, tuvo por moderadores a Víctor Gómez Casanova y Jaime Rincón. Gómez Casanova es un político cuya trayectoria se inicia en el PRSC balaguerista, para luego pasar al PRD, desempeñando un alto cargo en el segundo gobierno de Danilo Medina, como director de la Autoridad Portuaria Dominicana. El dirigente del PRM Guido Gómez Mazara acusó a Gómez Casanova en 2021 de perpetrar un desfalco durante su paso por ese cargo. También se le ha señalado por “ayudar a involucrados en (el) caso Antipulpo”, un esquema de corrupción por el que es enjuiciado Juan Alexis Medina, hermano de Danilo Medina. Jaime Rincón, por su parte, fue candidato a diputado por el PLD en las elecciones de 2016 y en 2020 fue candidato a alcalde por la Fuerza del Pueblo en el municipio Guerra. En ambas campañas fue derrotado. Fue detenido por participar de una turba de ultraderecha que atacó una concentración en solidaridad con George Floyd, cuyo asesinato policial racista precipitó masivas protestas en EEUU y otras partes del mundo. En 2022 se denunció que recibió 231 mil pesos del gobierno de Luis Abinader por tres meses de publicidad en un blog con bajísimo nivel de lecturas, y recientemente se vio envuelto en el escándalo de un falso atraco difundido por El Nuevo Diario.
Luego de las críticas recibidas por la ausencia de mujeres entre las candidatas e incluso en la moderación, en el segundo debate, de candidatos y candidatas a la Cámara de Diputados, se agregó a la moderación a Julissa Hernández, quien fue viceministra de Educación durante el gobierno de Abinader, en la cuestionada gestión de Roberto Fulcar.
El temario estuvo más moldeado por las obsesiones de la extrema derecha y el ultraconservadurismo que por las preocupaciones de la mayoría del pueblo trabajador dominicano. No hubo un interés por mostrar diferentes perspectivas estratégicas o posiciones ante problemas estructurales del país. Por citar solo dos encuestas recientes sobre los temas que más preocupan a la población dominicana, una de ellas publicada en noviembre del año pasado colocaba en primer lugar la seguridad, seguida del alto costo de la vida, la falta de empleo, la salud, la economía, los apagones y la educación. En febrero otra encuestadora ubicaba a la corrupción y la economía como las principales preocupaciones en el país.
En vez de abordar esos temas, o realizar preguntas relacionadas con el modelo político, económico y social que propugna cada aspirante a legislador, los realizadores del debate preguntaron acerca de “globalismo” e “ideología de género”, la despenalización del aborto en tres causales y la inmigración haitiana como supuesta amenaza a los intereses nacionales y la soberanía. Las preguntas menos tendenciosas fueron las referidas a cómo mejorar la educación para la “competitividad”, la reforma fiscal y la reforma de la seguridad social.
“Globalismo” e “ideología de género”: dos teorías conspirativas
La primera pregunta era un gancho. Contraponía un supuesto “globalismo” a “los valores dominicanos” y la “preservación de la identidad”, adjudicando además al fantasmagórico “globalismo” una “ideología de género”. El único candidato que cuestionó una de las premisas de la pregunta fue Eric Ortiz, candidato a Senador de Opción Democrática, quien planteó que no existe una definición académica de “ideología de género”. En cambio, el candidato a diputado por ese partido, José Horacio Rodríguez planteó una diferenciación entre igualdad de género e “ideología de género”, resumiendo su posición con la consigna “igualdad de género sí, ideología de género no”.
Aunque tanto Ortiz como Rodríguez se pronunciaron correctamente por la igualdad de derechos, la educación sexual y la despenalización del aborto en las “tres causales”, admitir la existencia de una “ideología de género” es una concesión importante y equivocada a la extrema derecha. En realidad “ideología de género” es una estrategia de manipulación mediante la cual la extrema derecha propagandiza su oposición a la educación sexual y reproductiva, a la igualdad entre hombres y mujeres, y promueve la discriminación por razones de orientación sexual e identidad. Es un cuco, no existe, solo se usa para sembrar miedo al avance de los derechos de sectores históricamente marginados y oprimidos.
Los candidatos del PRM y sus aliados, Guillermo Moreno y Liz Mieses, se zambulleron de lleno en la defensa de posiciones antidemocráticas y contrarias a la igualdad de derechos. Moreno sugirió que los esquemas de integración económica internacionales podrían estar siendo usados para imponer “agendas”, como la intervención extranjera en las políticas migratorias. Pasó luego a vincular la “ideología de género” con la realización de “experimentos con niños” y con “borrar las diferencias” entre niños y niñas. El peligroso discurso de Moreno, quien en su lejana juventud militó en la izquierda pero desde hace muchos años que no oculta su conservadurismo, cae de lleno en el conspiracionismo: se desprende de su discurso que “el globalismo” pondría como condición para la integración económica de República Dominicana al mundo, que el gobierno haga experimentos para borrar diferencias entre niños y niñas. Un disparate total. En el tema de la despenalización del aborto ante las llamadas tres causales, que son el peligro de muerte para la madre, la incompatibilidad del feto con la vida y los embarazos producto de la violación y el incesto, Moreno tuvo una posición ambigua mientras que Mieses rechazó estas excepciones de manera absoluta.
Los demás candidatos de la derecha al Senado y la Cámara de Diputados estuvieron de acuerdo en promocionar las teorías conspirativas del “globalismo” y la “ideología de género”, y oponerse al derecho de las mujeres a decidir la interrupción del embarazo en condiciones extremas, convirtiendo el debate en un circo espeluznante en el que competían por hacer las afirmaciones más estrafalarias. Vinicio Castillo afirmó que “la ONU” promovía una “educación sexual depravada” y el candidato a diputado por el mismo partido, el PRSC, Misael Guzmán, se opuso a cualquier tipo de educación sexual antes de los 18 años. Priyanka Rodríguez de la FNP propuso crear un Ministerio de la Familia y afirmó que el “globalismo fracasó”, sin explicar qué quería decir. Charlie Mariotti, candidato a diputado por el PLD, admitió que el país tiene una de las tasas de embarazo adolescente más altas de la región, estuvo a favor de las tres causales pero también dijo oponerse a la “ideología de género”. Rafael Paz de la FP trató de elaborar un poco más la teoría conspirativa y habló de injerencia extranjera “activa” y “pasiva”, ubicando a la “ideología de género” como “injerencia pasiva” para transformar la cultura y la identidad dominicana. Quién lo haría, de qué forma o con qué propósito, no lo dijo.
Omar Fernández de la FP planteó que la “ideología de género” debía “prohibirse”, pues consistía en enseñar a los niños a usar vestidos y a las niñas a vestirse como varones. Evidentemente es muy peligroso que Fernández promueva la prohibición de algo que no ha podido definir con precisión. Fernández y Castillo contrapusieron esa “ideología” a lo que llamaron “valores cristianos”, que tampoco definieron. El candidato a Senador por el partido fundamentalista cristiano, GenS, Carlos Rubio, no la tenía fácil para destacarse en ese coro de ultra reaccionarios, pero lo logró: alegó que el exceso de derechos de las mujeres generaba abusos contra los hombres y que las víctimas de violaciones que recibían tratamiento psicológico eran “felices” de tener los hijos concebidos en esos hechos violentos.
¿Qué habría planteado una candidatura socialista?
El esquema circense del debate, con muchos temas y poco tiempo para desarrollarlos, le conviene a los candidatos derechistas con pocas ideas. Para desarrollar una posición democrática y socialista, sería indudablemente un desafío. Pero podemos indicar cuáles podrían haber sido las respuestas que desde la izquierda se hubieran planteado ante estos temas, de haber habido candidaturas que asumieran esta perspectiva.
Ante el tema del “globalismo” y la “ideología de género” hay que ser claro: son teorías conspirativas de la extrema derecha que se opone al avance de los derechos de las mujeres trabajadoras, que están en contra de la educación sexual para prevenir los embarazos adolescentes, que están en contra de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, que están en contra de prevenir la violencia machista y que están a favor de la discriminación contra las personas por su orientación sexual o su identidad. Como no pueden decir abiertamente todas esas cosas, entonces tienen que meter miedo a la educación, miedo al respeto a la diversidad sexual, miedo a la igualdad de derechos, y por eso han inventado el cuco de la “ideología de género” que sería un supuesto proyecto de obligar a las personas a adoptar determinadas identidades u orientaciones sexuales que no le son propias, y de adoctrinar a la infancia o pervertirla. Pero ese proyecto, llamado “ideología de género”, no existe.
Cuando se habla de perspectiva de género en la educación, de lo que se trata es de enseñar para la igualdad de derechos y el respeto a la dignidad de las mujeres. También se trata de proteger la infancia de los abusos que sufren frecuentemente en el ámbito familiar, escolar e incluso en el ámbito de quienes dicen defender los valores ultraconservadores, por ejemplo en las iglesias. Los derechistas tratan de distraernos con sus cucos y teorías conspirativas para que no avancemos hacia una vida más digna y conquistemos mayores derechos, quieren que le tengamos miedo a la “ideología de género”, al “globalismo”, a las vacunas o a los inmigrantes, para que no confrontemos los problemas reales que padecemos bajo este sistema capitalista, como la desigualdad social, la falta de libertad sindical, el calentamiento global y la crisis climática, la destrucción del ambiente, el avance del racismo y la xenofobia, y el creciente autoritarismo del gobierno.
Tampoco existe un proyecto «globalista». Como socialistas, entendemos que vivimos en un mundo capitalista en el que potencias imperialistas como EEUU, Francia, Alemania, Rusia o China juegan un rol dominante, y que promueven sus intereses a través de instancias como el FMI y el Banco Mundial e instrumentos como los tratados de libre comercio. Esa dominación la enfrentamos de formas concretas, por ejemplo rechazando las políticas privatizadoras y de ajuste estructural, el robo de la deuda externa, las concesiones megamineras y el saqueo de los recursos naturales, defendiendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos y rechazando las agresiones militares imperialistas, como los ataques de EEUU e Israel contra el pueblo palestino o la invasión rusa de Ucrania. Esa perspectiva socialista no tiene nada que ver con el conspiracionismo de extrema derecha que ve en la defensa de derechos democráticos una conspiración «globalista».
Ante el tema de la interrupción voluntaria del embarazo, una candidatura socialista también tendría que atacar en su núcleo las mentiras de la derecha. La derecha dice que un embrión es un ser humano y que la interrupción voluntaria del embarazo es un atentado contra la vida humana. La derecha tiene una doble moral y miente, como es su costumbre. Nadie promueve el aborto como tal, lo que promueven las feministas y socialistas es el derecho de las mujeres a decidir. Esa libertad implica tener acceso a educación para poder tomar decisiones informadas, tener acceso a métodos anticonceptivos para poder ejercer la planificación familiar, y poder interrumpir el embarazo de forma segura, en un hospital y no de manera clandestina en condiciones riesgosas para la salud de la mujer. Mientras que las mujeres de la clase capitalista pueden viajar a otros países a realizar una interrupción voluntaria del embarazo, o lo hacen en clínicas privadas en el país, son las mujeres de la clase trabajadora las que corren riesgos innecesarios para su salud y su vida debido a la penalización absoluta del aborto. La doble moral de la derecha también se refleja en que de hecho para el Estado dominicano un embrión no es considerado una persona. Cuando una mujer embarazada muere, oficialmente se contabiliza una sola muerte, no dos. Cuando en una clínica de fertilización asistida se congelan embriones, el Estado no considera que se ha congelado a un niño o que se está violando el derecho constitucional a la vida, como sí lo haría si se congelara a personas vivas. Entonces no nos dejemos engañar por mercaderes de la miseria y el atraso que quieren que República Dominicana siga siendo uno de los países más violentos y que más oprime a las mujeres en la región. Hagamos valer el derecho de las mujeres a decidir, asegurando su acceso a todas las herramientas educativas y a métodos anticonceptivos para que puedan planificar cuándo tener hijos y solo excepcionalmente se vean en la situación de tener que recurrir a una interrupción voluntaria del embarazo en su etapa inicial. Y que, si deciden hacerlo, su vida y su salud no corra peligro.
En la segunda parte de este trabajo analizaremos las posiciones planteadas por los candidatos en los otros cuatro temas.