Declaración de hongkoneses y tibetanos expatriados en solidaridad con Palestina

Tibetanos y hongkoneses anónimos

Imagen: Halfhead

Como hongkoneses y tibetanos residentes en Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, condenamos totalmente la ocupación colonial de Palestina por parte del Estado de apartheid israelí y apoyamos la liberación palestina. Hacemos un llamamiento a los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Canadá para que retiren su apoyo militar a Israel, exijan a Israel que cese sus ataques contra Gaza y pongan fin al asedio genocida. También hacemos un llamamiento a nuestras comunidades en el exilio y en la diáspora para que se solidaricen con la liberación palestina.

La solidaridad no implica confundir diferentes experiencias de opresión y sufrimiento. Sin embargo, queremos señalar que los colonizadores a menudo comparten las mismas herramientas. Las academias de policía de élite de la República Popular China (RPC) han intentado «explorar la exitosa experiencia de las estrategias antiterroristas de Israel» para aplicarlas al Turkestán Oriental. El Comisionado de Minorías Étnicas de China ha sugerido que el Estado debería inspirarse en las estrategias de los colonos israelíes -así como en el expansionismo histórico estadounidense y ruso- en su propia colonización de tierras uigures y tibetanas. Al igual que nuestros opresores y colonizadores toman prestadas tácticas unos de otros, nosotros, como oprimidos y colonizados, nos brindamos mutuamente nuestra comprensión y solidaridad. En este sentido, instamos a nuestros compatriotas hongkoneses y tibetanos a comprender el sufrimiento palestino en su propio contexto.

El Sindicato de Profesores y Empleados de la Universidad Birzeit, con sede en Palestina, ha dicho: «No necesitamos hablar de nuestro derecho a resistir, porque no es un derecho, sino una forma de ser y de sobrevivir para los palestinos» y que «no hay equivalencia moral entre el colonizador y el colonizado». A pesar de cómo los medios de comunicación dominantes retratan los acontecimientos de Gaza, debemos tener claro que esta tragedia no es un conflicto entre dos bandos iguales, y mucho menos provocado por una agresión no provocada de palestinos contra israelíes. Apoyado por varias grandes superpotencias con ingentes recursos, Israel ha amenazado y desplazado a los palestinos durante los últimos 75 años. Estos desplazamientos y la violencia militar empleada para imponerlos han quedado marcados en la memoria colectiva de los palestinos como la Nakba, literalmente catástrofe. Israel ha aplastado sistemáticamente a la sociedad civil palestina y la ha desposeído de sus tierras durante décadas.

La actual campaña contra Gaza muestra el alcance del poder que Israel ejerce sobre los palestinos. Las autoridades israelíes han cortado el suministro de alimentos, combustible, agua y electricidad en Gaza tras el ataque de Hamás. Israel está bombardeando hospitales, escuelas y hogares, incluso utilizando fósforo blanco en zonas densamente pobladas, lo que viola el derecho internacional humanitario. Como dice el historiador israelí de estudios sobre el Holocausto Raz Segal, «el ataque genocida de Israel contra Gaza es bastante explícito, abierto y desvergonzado».

Cientos de miles de palestinos han sido desplazados en Gaza, con cientos de asesinados y miles de heridos cada día. Israel está llevando a cabo una limpieza étnica contra los palestinos, ordenando a millones de personas que se trasladen del norte al sur de Gaza en menos de un día, procediendo después a bombardear la única vía de escape junto con otro corredor humanitario. La ONU ha denunciado que el plan de Israel tendrá «consecuencias humanitarias devastadoras». Lloramos por los ancianos, los heridos, los discapacitados y todos los que no pueden huir al llamado «terreno más seguro».

Es crucial subrayar que nuestra solidaridad como hongkoneses y tibetanos proviene de la comprensión de esta larga perspectiva histórica de colonialismo y apartheid. Nuestra solidaridad incluye el dolor por todas las víctimas que han soportado el coste del colonialismo violento de asentamientos, un proyecto que derrama sangre dentro y fuera de la valla. Israel y sus aliados han estado hablando constantemente en el lenguaje de la violencia genocida hacia Palestina, suprimiendo muchos intentos de respuestas no violentas desde Palestina, como el movimiento por Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). La supresión constante de las tácticas no violentas con violencia ha conducido a este momento.

Algunos de nuestros propios movimientos mantienen principios de no violencia, pero reconocemos otras formas de resistencia que fueron cruciales en la historia de nuestros movimientos. Llamamos la atención sobre cómo el énfasis de los liberales en la «no violencia» se utiliza a menudo para deslegitimar las luchas decoloniales. También destacamos la hipocresía de los medios de comunicación occidentales a la hora de retratar las diferentes luchas decoloniales. Como tibetanos -un pueblo fetichizado como «resistente no violento» ideal- condenamos enérgicamente la forma en que Occidente ha desplegado la retórica de la no violencia para distraer la atención del genocidio que se está produciendo en Palestina. En una línea similar, recordamos el silencio y la inacción de la comunidad internacional durante la Marcha del Retorno de 2018-2019, cuando los palestinos marcharon pacíficamente hacia la frontera y fueron tiroteados indiscriminadamente. 266 palestinos murieron y más de 30.398 resultaron heridos, 16.027 de los cuales eran niños. También deseamos enfatizar las formas en que la protesta no violenta ha sido activamente criminalizada a través de leyes anti-BDS, así como la vigilancia policial y la prohibición de las Protestas de Solidaridad con Palestina en Francia, Alemania y muchos otros Estados-nación.

La República Popular China ha apoyado política y económicamente a Israel junto a Estados Unidos, incluso cuando apoya performativamente la causa palestina. Esto ha hecho que sea increíblemente difícil trasladar la experiencia de resistir a regímenes violentos a nuestras comunidades, por no hablar de quienes nunca han vivido la experiencia de verse atrapados entre opresores. Pocos comprenden la terrible carga que supone enfrentarse a estas cuestiones estratégicas y tácticas, cuando un pueblo oprimido ha agotado todas las opciones pacíficas posibles, para encontrarse a cada paso con una violencia estatal cada vez mayor.

Estas son las cuestiones que nos hemos planteado en nuestros propios movimientos por la autodeterminación. En muchos de esos movimientos, nos hemos preguntado: ¿qué constituye una respuesta proporcional a la opresión? ¿Qué es la violencia justificada? ¿Quién, en la escena internacional, puede ofrecernos un apoyo material y no simbólico? Incluso cuando algunos de nuestros movimientos aplicaron tácticas con las que algunos de nosotros no estábamos de acuerdo, nos negamos a aceptar que deslegitimen la totalidad de nuestros movimientos; en lugar de ello, luchamos atravesando las contradicciones y propugnando los movimientos que queremos ver.

Hacemos un llamamiento a los miembros de nuestras comunidades para que sean solidarios con Palestina, para que rechacen una política superficial y fingida que ni defiende ni afirma la humanidad del pueblo palestino, y para que abracen una política verdaderamente liberadora que reconozca los destinos y la humanidad compartidos de todos quienes luchan contra la opresión. Desde esta solidaridad esencial, hacemos un llamamiento a los miembros de nuestras comunidades para que aportemos nuestros conocimientos sobre la colaboración de China con Israel, demostrada en el apoyo en términos de inversiones, tecnología y comercio. Animamos a nuestras comunidades a utilizar esta información para apoyar la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) e identificar más formas de interrumpir las cadenas de suministro que apoyan al apartheid israelí. Las palabras son libres. Las acciones se sienten.

¡Del río al mar!

«Sabemos demasiado bien que nuestra libertad está incompleta sin la libertad de los palestinos; sin la resolución de los conflictos en Timor Oriental, Sudán y otras partes del mundo». -Discurso del Presidente Nelson Mandela en el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, Pretoria, 4 de diciembre de 1997.

Traducido al español por MST-RD.org, publicado originalmente en inglés por el Colectivo Lausan.

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