El debate sobre la FILSD2023 y la importancia de no ser cómplices del apartheid

Alicia Méndez Medina

Imagen: Afiche de Kamal Boullata

El llamado a boicot a la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2023 (FILSD2023) se realiza cómo un acto de solidaridad y a partir del reconocimiento de la violencia colonial perpetrada históricamente por el Estado de Israel, a quien se le dedica el mayor evento cultural de la República Dominicana, contra el pueblo Palestino.

Este llamado a boicot es motivado también por el rechazo actos de censura y de violencia racista y xenófoba por parte del Estado dominicano contra personas haitianas, dominicanas de ascendencia haitiana y dominicanas negras.

Esta campaña solidaria ha sido sostenida por personas de muchos países y contextos qué han dado su espaldarazo con sus firmas y expresando posiciones contundentes de repudio al homenaje a un Estado genocida cómo lo es sin lugar a dudas Israel.

Este boicot por parte de activistas, intelectuales e investigadores de Republica Dominicana, personas dedicadas al arte, al trabajo cultural cotidiano, expresa el legítimo grito de gente común que en Palestina y República Dominicana diariamente labora, sin recursos económicos, bajo el sol, en el asfalto y los caminos pedregosos, en la lucha constante contra la colonización, la discriminación, el apartheid y el racismo.

Es más fácil pensar que una iniciativa cómo ésta surgió afuera, porque los intelectuales vinculados a los gobiernos no pueden creer que esta iniciativa surgió aquí, con gente que está día por día trabajando desde aquí, para la construcción de una sociedad que se reconozca y supere el lastre del racismo estructural.

 Las respuestas de los intelectuales “defensores de la feria” ha sidollamar extremistas a quienes han decidido ser parte de esta convocatoria ha sido tildar de extremismo a un acto legítimo y pacifico, como lo son los boicots. Esto llama mucho la atención, pero no es nuevo. Es la típica reacción de quienes se arriman al poder.

Es importante recalcar que en la pasada Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2022 donde hubo amenazas de muerte y censura contra editoras y artistas,  como la suspensión de la presentación del libro infantil La Muñeca de Dieula luego de una campaña de agitación racista por parte de grupos ultraconservadores y finalmente como decisión del Ministerio de Cultura. Conciertos, recitales de poesía y presentaciones de teatro también sufrieron la censura del gobierno.

Más recientemente ha generado indignación en nuestro país y en el mundo, la detención arbitraria del escritor haitiano Jhak Valcourt, quién vive desde hace una década en República Dominicana, siempre en situación migratoria regular. Esa detención forma parte de una política de persecución racista que ha afectado a miles de personas: trabajadoras, mujeres embarazadas, niñas llevadas a la frontera sin acompañamiento de familiares. El Centro de Detención de Haina y otros en diferentes puntos de la República Dominicana se han convertido en espacios insalubres y hacinados donde se violenta la dignidad humana, donde ni siquiera existe el derecho legal a la defensa.

Todos los días se realizan allanamientos sin orden judicial y se detiene arbitrariamente a personas únicamente por el color de su piel. Por eso, este boicot lo motiva también la similitud de las estrategias de segregación racista de ambos Estados y la relación que el Estado dominicano y el Estado genocida de Israel están articulando en ámbitos como el espionaje a periodistas usando el software Pegasus o incluso en la gestión del agua.

La Red Socioambiental ha denunciado que el contrato entre el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillado (INAPA) y la Compañía Nacional de Aguas de Israel MEKOROT es ilegal. Es muy grave.

Llama mucho la atención cómo estos intelectuales oficialistas hablan de la decisión legítima de no participar en un homenaje a un régimen de apartheid como si fuera un atentado contra la cultura, algunos llegando a demandar patéticamente que “no le jodan la feria”. Este llamado a no ser cómplices del apartheid israelí y de las políticas racistas del gobierno dominicano, que se inició en República Dominicana, se ha vuelto global, es un llamado a reflexionar desde las artes, la literatura y la cultura sobre nuestra visión como país de derechos como la autodeterminación nacional y la no discriminación, y a reconocer las similitudes en la estrategia imperialista de apoyar regímenes racistas en diferentes contextos geográficos y políticos. ¿Cómo podríamos ser cómplices de un homenaje a un Estado genocida que mantiene a dos millones de palestinos recluidos en el gueto de Gaza y los bombardea regularmente?

El debate sobre la FILSD2023 ha sido muy interesante y útil para saber el lugar de cada uno, el lugar desde donde hablamos y lo que defendemos. Ha sido muy importante la solidaridad de artistas, escritores, investigadores de la isla y de todo el mundo que han comprendido la necesidad de posicionarse frente a la colonización, el racismo y la violencia. Esa ha sido la mayor victoria de la campaña de boicot a la FILSD2023.

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