Nos solidarizamos con la clase trabajadora y la izquierda venezolana ante la represión

Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores

Una nueva crisis política en Venezuela ha llamado la atención mundial. El gobierno autodenominado cívico-militar-policial encabezado por Nicolás Maduro está reprimiendo a los barrios populares de Caracas y otras ciudades del país, ha detenido a más de dos mil personas, en su mayoría jóvenes de la clase trabajadora, realizando allanamientos sin orden judicial, desplegando pandillas paramilitares y despidiendo a cientos de trabajadores del sector público por criticar al gobierno. Cientos de personas han sido heridas y 24 han sido asesinadas por las fuerzas maduristas. El desencadenante de la crisis ha sido la proclamación de Maduro como ganador de las elecciones presidenciales violando la ley electoral de 2009, promulgada durante el gobierno del presidente Chávez. Ni siquiera han sido publicados los resultados electorales en su totalidad, desglosados por mesa de votación. En un proceso electoral fraudulento desde su inicio, la izquierda venezolana fue proscrita, lo que demuestra la falsedad del supuesto «socialismo» del gobierno de Maduro.

Como revolucionarios y antiimperialistas, rechazamos toda injerencia yanqui en Venezuela. Siempre hemos rechazado las sanciones estadounidenses contra la industria petrolera impuestas en 2019 y repudiamos a la oposición de derecha venezolana que invoca la intervención extranjera. Al mismo tiempo, rechazamos la intervención del imperialismo ruso en Venezuela, que desde 2018 mantiene en el país tropas y mercenarios del Grupo Wagner, de tradición neonazi, en apoyo a Maduro. En las disputas interimperialistas y geopolíticas entre EEUU, Rusia y China, como socialistas internacionalistas no apoyamos a ninguna potencia imperialista. Defendemos el derecho a la autodeterminación del pueblo venezolano, libre de intervención yanqui, rusa o china.

En la disputa entre dos sectores de la clase capitalista venezolana, tampoco apoyamos a la burguesía tradicional venezolana, vinculada a la oposición de derecha, ni apoyamos a la oligarquía capitalista cívico-militar representada por el gobierno ultraconservador de Maduro. Es importante entender que en Venezuela no hay socialismo ni gobierna la clase trabajadora, se trata de una sociedad capitalista dividida en clases, con grandes desigualdades sociales entre una clase capitalista multimillonaria y una clase trabajadora depauperada y sin libertad sindical, con salarios de miseria y sufriendo tasas de explotación perversas. El salario mínimo es el más bajo del hemisferio occidental, de menos de cinco dólares mensuales.

No apoyar a ninguna potencia imperialista ni a ninguna facción burguesa, no significa que seamos neutrales ante la lucha de clases. Decididamente nos solidarizamos con las organizaciones revolucionarias, de izquierda y comunistas de Venezuela que se oponen al gobierno cívico-militar-policial, organizaciones como el Partido Socialismo y Libertad, Patria Para Todos, Partido Comunista de Venezuela, Marea Socialista y demás organizaciones que forman parte del Encuentro Nacional en Defensa de los Derechos del Pueblo, provenientes de las más variadas tradiciones políticas, incluso sectores chavistas disidentes.

Hemos visto a una parte de la derecha dominicana defender a Maduro. El gobierno venezolano tejió alianzas con sectores de la burguesía dominicana cuando gobernaba el PLD, a través de Petrocaribe. Los petrodólares alimentaron las arcas de políticos de trayectoria conocida por el pueblo dominicano como Félix Bautista. No es casual que el ex presidente Leonel Fernández, expresión de la más rancia derecha, haya sido invitado como orador especial a congresos del partido de gobierno venezolano, el PSUV, e incluso haya asistido como observador electoral invitado por Maduro al proceso viciado del 28 de julio. Como es sabido, la corrupción de Petrocaribe también se desarrolló en el hermano país de Haití, favoreciendo a empresarios haitianos y dominicanos y a los gobiernos derechistas de Michel Martelly y Jovenel Moïse, sostenidos por las tropas de ocupación de la Minustah. Los negocios de Petrocaribe no tienen nada que ver con una verdadera política internacionalista de apoyo a los pueblos en lucha. Incluso, cuando miles se movilizaron en Haití con la consigna Kot kob Petrocaribe a? (¿Dónde está el dinero de Petrocaribe?), en 2018, el embajador venezolano en Haití aseguró que el manejo de los recursos de Petrocaribe había sido ejemplar, encubriendo la corrupción.

Es evidente la hipocresía del gobierno de Luis Abinader, que finge estar preocupado por la democracia en Venezuela mientras destruye los derechos democráticos del pueblo dominicano, promoviendo un código penal con jurisdicción militar, imponiendo una ley de inteligencia dictatorial, espiando a periodistas con software israelí, promoviendo una reforma fiscal al servicio de los multimillonarios, y apoyando al apartheid sionista, al que incluso le dedicó la feria del libro del año pasado. Abinader, al igual que Maduro, ha impuesto un Estado de excepción de hecho, con miles de detenciones arbitrarias y allanamientos sin orden judicial. Solo que no dirige la represión contra toda disidencia popular, como en Venezuela, sino que la dirige contra la comunidad inmigrante haitiana. Es un gobierno que mantiene además en la apatridia a miles de dominicanos de ascendencia haitiana, consolidando un régimen de apartheid. Si le interesaran la democracia y los derechos humanos, Abinader comenzaría por casa, dando pasos para que cese la persecución racista, que cese el trabajo forzoso en la agroindustria y la construcción, y se respete la libertad sindical. Lo mismo puede decirse del gobierno genocida de EEUU, que dice defender la democracia mientras apoya el genocidio sionista contra el pueblo palestino. Su hipocresía apesta. 

Para la izquierda sería liquidador política y moralmente practicar una hipocresía similar, al apoyar a un gobierno como el de Maduro, que le niega el derecho al aborto a las mujeres, que impulsa la megaminería, que destruye el ambiente, cuya corrupción e impunidad son notorias, que detiene, desaparece y asesina a activistas de izquierda, que persigue a los pueblos indígenas y que realiza redadas para detener arbitrariamente a personas de la comunidad LGBT. Nunca apoyaremos que se le niegue al pueblo venezolano los mismos derechos por los que luchamos en República Dominicana.

Llamamos al activismo honesto, democrático, antiimperialista y socialista de la isla a solidarizarse con la izquierda venezolana, la juventud de los barrios, la clase trabajadora, y exigir fin a la represión y libertad para las personas presas por protestar, por exigir la publicación del resultado electoral o por criticar a los militares y boliburgueses a través de las redes sociales. Es el propio pueblo venezolano el que tiene que liberarse de la opresión capitalista y recuperar sus libertades democráticas, violentadas por la oligarquía boliburguesa, movilizándose y construyendo sus propias organizaciones políticas y de base, por una salida revolucionaria a la crisis. Para esto cuenta únicamente con sus propias fuerzas y el apoyo internacionalista de la clase trabajadora latinoamericana y caribeña.

Deja un comentario